Observar, tocar, sentir e interactuar con la naturaleza o con las instituciones de nuestra sociedad, o sea, salir de la escuela al “mundo”, complementa cualquier aprendizaje. Es que hace que eso que vimos en clase se transforme en tangible, comprobable; lo transforma en “real”. Con este fin, las salidas didácticas constituyen una de las herramientas para completar y hacer concreto el contenido desarrollado en forma teórica en el aula.
Actualmente el diseño curricular amplía la función de estas salidas y las colma de expectativas en cuanto a la apropiación cultural y de la realidad en un contexto de incorporación de información en todos los niveles del sistema educativo argentino. Mediar en el conocimiento y comprensión de la realidad es parte de nuestra tarea como docentes y las salidas didácticas buscan este propósito.
Cabe destacar que este tipo de experiencias pueden estar enmarcadas o no dentro de un proyecto escolar. Las mismas pueden vincularse con la finalización de un proyecto o unidad o simplemente pueden aspirar a la realización de actividades en relación a la experiencia vivida.
Una excursión puede resultar una estrategia o instrumento privilegiado para acercar al alumno a su contexto natural, social, cultural, histórico y geográfico. Es mucho más gratificante y significativo observar desde lo concreto que leer desde un libro o mirar una proyección digital. Salidas al zoológico, a reservas naturales, a museos, excursiones al río, entre otras, entretienen a los alumnos, los ponen en contacto con espacios no conocidos y les enseñan.
En este sentido la salida didáctica no debe ser calificada peyorativamente como “un día menos de clase”. Muy por el contrario, estas experiencias muchas veces se transforman en reveladoras y enriquecedores para los niños y constituyen un acontecimiento único y repleto de sentido pedagógico.
Para que una salida didáctica resulte significativa y complementaria en el proceso de aprendizaje debería seguir estas pautas y perseguir estos contenidos:
- Interacción del niño con todos los factores de su entorno.
- Curiosidad e interés por el conocimiento.
- Valoración del medio que nos rodea por medio del análisis y la observación.
- Capacidad para interpretar y criticar normas de la convivencia propias del comportamiento como ciudadanos de los adultos.
- Fomentar valores como el respeto, la tolerancia y el cuidado del entorno
- Complementar lo enseñado en forma teórica
- Permitir al niño la comprobación empírica de lo enseñado