LAS SALIDAS DIDÁCTICAS

visita a planta

Observar, tocar, sentir e interactuar con la naturaleza o con las instituciones de nuestra sociedad, o sea, salir de la escuela al “mundo”, complementa cualquier aprendizaje. Es que hace que eso que vimos en clase se transforme en tangible, comprobable; lo transforma en “real”. Con este fin, las salidas didácticas constituyen una de las herramientas para completar  y hacer concreto el contenido desarrollado en forma teórica en el aula.

Actualmente el diseño curricular  amplía la  función de estas salidas y las colma de expectativas en cuanto a la apropiación cultural y de la realidad en un contexto de incorporación de información en todos los niveles del sistema educativo argentino. Mediar en el conocimiento y comprensión de la realidad es parte de nuestra tarea como docentes y las salidas didácticas buscan este propósito.

Cabe destacar que este tipo de experiencias pueden estar enmarcadas o no dentro de un proyecto escolar. Las mismas pueden vincularse con la finalización de un proyecto o unidad o simplemente pueden aspirar a la realización de actividades en relación a la experiencia vivida.

Una excursión puede resultar una estrategia o instrumento privilegiado para acercar al alumno a su contexto natural, social, cultural, histórico y geográfico. Es mucho más gratificante y significativo observar desde lo concreto que leer desde un libro o mirar una proyección digital. Salidas al zoológico, a reservas naturales, a museos, excursiones al río, entre otras, entretienen a los alumnos, los ponen en contacto con espacios no conocidos y les enseñan.

En este sentido la salida didáctica no debe ser calificada peyorativamente como “un día menos de clase”. Muy por el contrario, estas experiencias muchas veces se transforman en reveladoras y enriquecedores para los niños y constituyen un acontecimiento único y repleto de sentido pedagógico.

Para que una salida didáctica resulte significativa y complementaria en el proceso de aprendizaje debería seguir estas pautas y perseguir estos contenidos:

 

  • Interacción del niño con todos los factores de su entorno.
  • Curiosidad e interés por el conocimiento.
  • Valoración del medio que nos rodea por medio del análisis y la observación.
  • Capacidad para interpretar y criticar normas de la convivencia propias del comportamiento como ciudadanos de los adultos.
  • Fomentar valores como el respeto, la tolerancia y el cuidado del entorno
  • Complementar lo enseñado en forma teórica
  • Permitir al niño la comprobación empírica de lo enseñado

 

 

 

 

 

EL CINE Y LAS PELÍCULAS

leccion de honor posteo

El cine es un medio de comunicación social tremendamente poderoso. Muchas veces en él se representa dramáticamente la vida misma. Sería difícil concebir nuestra sociedad sin él.

La historia del cine comenzó con la proyección pública de los hermanos Lumière en París, en 1895. La filmación mostraba la salida de obreros de una fábrica francesa, la partida de un barco del puerto, la demolición de un muro y la llegada de un tren.

En un año, los hermanos Lumière realizaron más de 500 películas.

Las primeras escenas armadas especialmente para cine y los primeros efectos especiales los realizó George Méliès, quien sumó decorados fantásticos, como los de las películas “Viaje a la luna” (1902) y “Viaje a través de lo imposible” (1904). Luego vendrían grandes directores como Murnau, Stroheim y Charles Chaplin.

Al cine se lo considera un arte, de hecho, se lo denomina el “séptimo arte”.

Las películas tienen una trama, que configura el cuerpo de la historia. En cada trama hay un punto culminante que complica la historia y crea una tensión narrativa, la que irá en aumento hasta el momento del desenlace.

Cada espectador va conformando sus preferencias, según los distintos géneros: comedia, western (de vaqueros), musical, de suspenso, de terror, ciencia-ficción, historias reales, acción y aventuras, documentales, animadas, infantiles o bélicas.

 

 

El impacto del cine en nosotros y en nuestros chicos

El cine, en cuanto representación dramática de la vida misma, es un poderoso instrumento de socialización. Su influencia alcanza los niveles más íntimos de nuestra conciencia, conforma comportamientos y actitudes sociales, y legitima creencias e ideas. Las películas nos suministran un mapa cultural para interpretar el mundo.

Sin lugar a dudas, el cine ha jugado un papel importante en los cambios que tuvieron lugar en el siglo pasado y en el modo de percibir el mundo. Muchos autores lo consideran el medio de comunicación social que más influencia ha ejercido directamente sobre las personas y sobre la sociedad. Incluso, se lo considera un medio mucho más potente que la televisión, debido a la ceremonia que significa: una gran pantalla, silencio, oscuridad, atención.

El cine entra directamente en el inconsciente colectivo.

Por eso, Ir junto a nuestros hijos al cine y comentar las películas nos permite acercarnos a ellos a partir de un diálogo profundo sobre temas centrales. Es que el cine nos abre esa puerta, nos permite cuestionar ideas y sumar ideales, proyectar un futuro, estimular la imaginación. En definitiva, vivir una aventura y compararla con la propia: la aventura nuestra de cada día.

El cine, como todo arte, llega a lo más profundo de nuestro ser. Desde allí nos permite no sólo conocernos más a nosotros mismos, sino también a quienes nos rodean.

 

LA MOTIVACIÓN Y EL ESTÍMULO, PUERTAS DE ENTRADA PARA EL APRENDIZAJE

 

clase bajo un arbol

Cuando un alumno se siente motivado e implicado en el proceso de aprendizaje, el propósito educativo se llena de sentido.

Motivar a los alumnos presentándoles los temas y contenidos escolares de forma significativa es la clave y el motor del aprendizaje. Es que el estímulo que imprime la motivación en las personas –cualquiera sea su edad- despierta el interés hacia  un determinado tema, objeto o actividad. Es una acción que está cargada de deseos, expectativas y necesidades.

Hay diferentes tipos de motivación: la que se basa en  factores externos al individuo y la que surge internamente; pero sin lugar a dudas, en ambos casos es necesario el componente afectivo, emocional y la predisposición positiva. Nada es fácil de aprender si no hay ganas, interés o curiosidad, así como nadie puede enseñar algo a otro si no está internamente convencido de su sentido, utilidad o razón.

Es cierto que cada alumno sentirá un mayor o menor interés por determinadas materias, que se sentirá más cómodo con algunos profesores y no con otros, y que la aceptación o rechazo de sus compañeros por los gustos expresados influirán de forma determinante para instalar en él una motivación positiva hacia un determinado objetivo. Pero más allá de estos condicionantes, todas las personas nos sentimos valoradas cuando recibimos aliento o recompensas de algún tipo por una tarea bien realizada o que se está encaminando. Cuando el alumno siente un reconocimiento positivo por sus acciones –aunque haya  aún errores en ella o falten pasos para su realización total- se involucra con ganas en los proyectos y actividades escolares.

Cuando un maestro  está atento a los talentos y avances de cada niño y puede ver las múltiples inteligencias que hay en su aula, los chicos verán en él a una persona diferente, única y valorarán sus consejos y opiniones.

La neuropsicología sostiene que el cerebro está más predispuesto a las emociones positivas que a las negativas, por lo tanto,  cuando usamos el sentido del humor en el aula, cuando nos predisponemos positivamente y estimulamos a nuestros alumnos, cuando dialogamos ellos y repreguntamos, cuando les brindamos un abrazo o un beso durante el recreo, en el transcurso de una clase o al horario de la salida, el vínculo empezará a construirse sobre una base sólida donde reinará la confianza y las ganas por aprender y compartir experiencias en el aula junto con sus compañeros.

Un alumno motivado y estimulado no querrá faltar a clases, expresará sus puntos de vista sin miedos, aumentará su capacidad reflexiva e intensificará sus esfuerzos por mejorar en su desempeño.

De esta forma, el proceso educativo no será visto como una obligación tediosa, aburrida y carente de sentido, sino que se convertirá en una actividad enriquecedora y placentera para cada niño según sean sus expectativas, intereses y logros.

 

EDUCAR: AMOR + LÍMITES + NORMAS + COHERENCIA

Father son ocean

No existen fórmulas infalibles ni recetas magistraless que nos indiquen cómo criar a nuestros hijos, sin embargo una combinación de amor incondicional y confianza en ellos junto con pautas claras y límites que consideremos necesarios puede ayudarnos a encaminarnos en la fascinante y difícil tarea de educar a nuestros hijos.

El establecimiento de normas y pautas subyace a cualquier grupo social ya sea una familia, un trabajo, un club, una nación o cualquier grupo organizado de personas.

En el caso de una familia, somos los adultos a cargo de los niños los que tenemos que consensuar la dirección de la crianza que queremos para nuestros hijos; la escala de valores que les transmitiremos; a qué, cuándo y cómo pondremos límites y qué pautas son necesarias para convivir, crecer e ir formándose como “buenas personas”.

En ningún sentido, el seguimiento de normas, pautas y rutinas en una familia debe ser entendido como una educación basada en disciplina rigurosa y autoritarismo. Por el contrario, ejercer autoridad e ir determinando límites y pautas de convivencia en  nuestros hijos es ir señalizando el camino que los adultos consideramos el mejor. Con el tiempo y a medida que crezcan, ese ser irá regulando sus acciones y conductas a partir de lo que ha vivido de pequeño, respetando los valores de sus padres o alterándolos según su propia forma de pensar pero es importante que de niño haya sentido equilibrio y coherencia en las normas que pautaron su crianza así como en los comportamientos de sus padres.

A menudo se escuchan discusiones entre los padres por haberse sentido uno de ellos desautorizado frente a alguna observación hecha al niño o simplemente no apoyado en esta por el otro. Más allá de que los adultos no tenemos por qué estar de acuerdo en un cien por ciento en las decisiones que toma nuestra pareja en lo que respecta a límites o permisos, es fundamental que los niños vean que mamá y papá se apoyan y complementan en sus decisiones.

Por ejemplo, si el padre regaña al niño por una conducta inadecuada, no debería la madre condescenderlo y minimizar la situación. De la misma manera, si la madre ha acostumbrado a sus hijos a seguir una rutina en la mesa o a la hora de dormir y los niños están al cuidado del papá por alguna situación en especial, el padre no debe pasar esta por alto como si fuera una picardía “aprovechando que mamá no está”.

Lo cierto es que los tiempos cambiaron y, afortunadamente, los niños nos expresan sus sentimientos, pensamientos, emociones, sus conformidades y disconformidades ante alguna decisión nuestra como el horario de irse a dormir y la cantidad de horas permitidas para mirar TV. Y está muy bien que se manifiesten , así como también está muy bien que los padres tengamos la última palabra.

Es que poner “límites” ya no se trata de imponer sino de explicar con ternura, conteniendo- en todo el sentido de la palabra- las pautas o reglas familiares que consideramos importantes.

No podemos dejar de lado que los chicos deben comprender y conocer el significado e importancia de cada una de esas normas para su familia, lo cual no necesariamente se repita en la casa de sus amigos y conocidos. De este modo las reglas se convierten en una extensión de la identidad propia de cada grupo familiar en vez de ser consideradas como formas arbitrarias, impuestas y carentes de sentido.

 

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LA IMPORTANCIA DE UNA ALIMENTACIÓN VARIADA

alimentos

Las restricciones alimentarias en la infancia pueden desencadenar en la adultez graves trastornos alimenticios. Darles de probar nuevos sabores regularmente y educar el gusto  de nuestros hijos desde muy pequeños nos ayudará a evitar “mañas” y berrinches a la hora de sentarse a la mesa.

La alimentación de los niños constituye una de las preocupaciones más presentes de los padres y que se manifiesta a medida que los niños se integran a la mesa familiar.

Gusto, tacto, olfato, vista son los sentidos implicados a la hora de alimentarnos. En este sentido, muchos adultos no ingieren determinados alimentos por su aroma algo especial -por ejemplo el bróccoli y el coliflor, sin siquiera haberlos probado. Otros evitan el contacto con un alimento  porque les da impresión (mondongo o lengua) o simplemente porque los probaron una vez   de pequeños y no les gustó.

Es indudable que más allá de la preferencia  alimenticia por determinados sabores, el gusto se educa. Gran parte de esta tarea la tenemos los padres cuando elegimos qué se come y bebe en casa.

La canadiense Karen Le Billon escribió hace unos años un libro que se ha convertido en una manual de crianza alimentaria ya que propone diez reglas o consejos para criar niños bien alimentados:

1.- Los padres están a cargo de la educación alimentaria de sus hijos.

2.- Evitar la alimentación emocional. La comida no es un calmante, un juguete ni un premio.

3.- Los padres deciden el horario de comida y el menú. Los niños comen lo mismo que los adultos.

4.- Comer es un acto social: sentarse a la mesa en familia y sin distracciones.

5.- Comer frutas y verduras de todos los colores y no repetir un plato durante la semana.

6.- No tiene que gustar necesariamente, pero sí se debeprobar.

7.- Se aconseja máximo dos golosinas diarias y no a menos de una hora de comer.

8.- Darse tiempo para cocinar y comer.

9.- Comer principalmente comida casera. La comida rápida, chatarra o preelaborada debe ser ocasional.

10.- ¡Comer es un acto entretenido, no estresante!

LA CONVIVENCIA ESCOLAR: ESPACIOS Y MOMENTOS DE REFLEXIÓN

escuchar los problemas

El diálogo y la escucha atenta son las instancias necesarias para  trabajar con los alumnos las posibles situaciones de violencia o maltrato en el aula o fuera de ella. Aceptar a otros a pesar de sus diferencias nos indica que la convivencia también es un difícil aprendizaje.

 

Convivir significa “vivir con otros”. La convivencia es una capacidad que se construye en casa, en la escuela y en cualquier otro ámbito.

La convivencia escolar no es una tarea fácil de establecer pues hay que generar en los chicos la sensación de respeto, tolerancia, solidaridad, entendimiento y aceptación.

Muchas escuelas destinan un horario semanal para que el docente trabaje con los alumnos de un mismo grado situaciones que se han presentado como problemáticas en relación con la convivencia escolar; otras cuentan también con un gabinete psicopedagógico que acompaña y asesora a los alumnos y docentes en la resolución de conflictos.

El hecho es que cada vez más instituciones le piden a sus maestros que destinen un tiempo de su carga horaria para escuchar a los niños, para ayudarlos a expresar sus preocupaciones y para tratar en forma grupal aquellos problemas personales que pueden ser ocasionados por comportamientos problemáticos o antisociales como bullying o agresiones físicas o verbales.

Si bien la buena convivencia empieza por casa, la escuela es el lugar indicado para poner la tolerancia a prueba porque el objetivo principal de la escolaridad -además de enseñar contenidos- es formarnos como ciudadanos y eso implica respetar los derechos de los otros, ser comprensivos ante diferentes formas de pensamiento, colaborar con los que tienen dificultades especiales, etc.

Es por eso que el diálogo y la escucha son la puerta de entrada a la resolución de conflictos, previniendo por esta vía futuras situaciones de violencia y fortaleciendo la capacidad de los niños de argumentar y defender verbalmente sus posiciones sin caer en el maltrato físico o agresión verbal.

En este sentido, nuestro desafío como docentes es promover la reflexión, ayudar a la inclusión, evitar la discriminación y la violencia promoviendo las ganas de participar, escuchar y respetar a otros sin importar sus convicciones

 

 

 

LLEGARON LAS VACACIONES DE INVIERNO…

tiempo de vacaciones

La cantidad de tiempo libre del que dispongamos  para estar con los chicos, las condiciones climáticas del lugar en el que estemos y el presupuesto con el que contemos son tres de los factores clave a tener en cuenta para planificar actividades para estas vacaciones.

Cada año cuando promedia julio, nos invade la misma inquietud: ¿cómo organizar las dos semanas de vacaciones de invierno para que no se transformen en vacaciones de “infierno”? Es que mientras los chicos disfrutan del receso escolar, lo más probable es que los adultos –debido a las obligaciones laborales- no podamos acompañarlos durante estos días de la forma en que nos gustaría hacerlo.

Nos preguntamos si debemos hacerles practicar temas escolares en estas dos semanas o darles descanso de la actividad intelectual, horarios y rutinas; sin duda surge el temor de si los desarreglos de horarios y hábitos pueden boicotear la rutina que tanto nos costó adquirir en la primera parte del año. Relajémonos al respecto: las vacaciones son para descansar y salvo expresa indicación de los docentes, no es necesario que los chicos se sienten todos los días a repasar o hacer la tarea. Proponerles que ordenen su biblioteca puede ser una estrategia para que descubran un libro olvidado, lo desempolven y se sumerjan en su lectura. De la misma forma, si nos acompañan a hacer las compras podemos pedirles que vayan sumando lo gastado para practicar cuentas, por ejemplo.

Con respecto a las salidas, nos angustiamos pensando en que el presupuesto no nos alcanzará para satisfacer todas las actividades que les prometimos que haríamos. Es cierto que una salida al cine o al teatro pueden convertirse en una experiencia inolvidable pero también es cierto que la combinación de espectáculo más merienda o almuerzo y viático suman una cifra mayor de la que disponemos.

Pero, ¡tranquilos!… no se trata en todos los casos de gastar dinero sino de ser creativos: cada barrio, pueblo o ciudad suele ofrecer actividades, excursiones y espectáculos gratuitos de gran calidad, ya sea en espacios abiertos o cerrados como teatro en las plazas o visitas guiadas en los museos especialmente diseñadas para los niños. Solo hay que estar atentos a su difusión. También podemos pedirles a otros padres que nos avisen si se han enterado de alguna programación conveniente o recomendable.

Otro factor que debemos tener en cuenta es el climático ya que que el frío o lluvia invernales pueden malograr algunos programas al aire libre. Es necesario que les advirtamos anticipadamente a los niños que puede haber cambios de último momento en los planes para evitar berrinches. Bastará con tranquilizarlos diciéndoles que aún quedan varios días para reprogramar dicha actividad.

 

En resumen,

  1. Planifiquemos las actividades que haremos combinando los pedidos y gustos de los niños con las tres variables mencionadas: presupuesto, tiempo disponible, condiciones climáticas.
  2. Asumamos que haremos lo que podemos y que si por algún motivo falla el plan no somos “los peores padres del mundo”. El niño tiene que entender que hay imponderables y esta actitud favorecerá su tolerancia y resilencia frente a adversidades en el futuro.
  3. Convoquemos o pidamos ayuda a abuelos, tías u otros padres para traslados o salidas o para que cuiden a nuestros hijos en casa o en la de ellos.
  4. Combinemos salidas y actividades compartidas con los padres de otros niños.
  5. Consultemos la programación de actividades gratuitas que se ofrecen en parques, museos, teatros y clubes.
  6. No siempre es necesario armar planes muy sofisticados ni onerosos: una tarde en casa de un amigo, un paseo en la plaza en bicicleta, un picnic en el jardín, cocinar juntos, recorrer un álbum de fotos, mirar películas de cuando los niños eran bebés, acompañar una mañana a mamá o papá al trabajo pueden ser experiencias fascinantes para los chicos sin necesidad de gastos siderales.

 

Por último, no queramos que nuestros hijos se entretengan a toda costa planificándoles todos sus momentos libres para que no se aburran porque con esto fomentamos la ansiedad e insatisfacción constante. Por el contrario, los niños necesitan desarrollar su imaginación y esto también se hace en el tiempo libre, en el ocio creativo.  Dejémoslos que exploren, inventen, imaginen, jueguen en sus cuartos, en la sala, en el jardín, solos o con hermanos o amigos indagando en sus gustos personales pero sin la necesidad de “llenar su agenda”.

 

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EL TIEMPO DEDICADO A NUESTROS HIJOS: ¿CALIDAD O CANTIDAD?

padre e hijo hablando

Muchos padres nos preocupamos porque quisiéramos pasar más tiempo diariamente con nuestros hijos pero las obligaciones laborales y la vorágine del ritmo de vida actual nos lo impiden. ¿Cómo evitar el sentimiento de culpa y transformar la cantidad de tiempo en tiempo productivo?

Es indudable que las relaciones familiares de calidad son positivamente influyentes en el desarrollo de la vida social, intelectual y afectiva de los chicos. También es cierto que cada vez son más las horas que debemos dedicarle a las actividades laborales y a otras demandas de la vida moderna, lo que provoca que en varias oportunidades los padres no dispongamos de todo el tiempo que quisiéramos para estar con nuestros hijos.

En los últimos años varias organizaciones dedicadas a la salud han basado sus investigaciones en el cuidado y el desarrollo infantil de este milenio. Los resultados revelan que es tan importante la cantidad como la calidad del tiempo que  les dedicamos a los niños. Esto tendrá una influencia positiva, no sólo en su comportamiento cuando alcancen la etapa de la pre- adolescencia, sino que también promueve un desarrollo intelectual eficiente y aumenta su autoestima.

Por más esfuerzos que hagamos muchas veces para ajustar nuestra agenda y permanecer el mayor tiempo posible con nuestros hijos, por la época en que nos tocó vivir, nos resulta muy difícil dejar de lado nuestros trabajos, profesiones u otras actividades que nos afectan directamente en lo económico o que están relacionadas con nuestra realización profesional. También se ven afectados con este conflicto, familias cuyos padres se separan o divorcian. En este caso, el padre o madre que deja el hogar suele sentir culpa por no poder compartir más momentos con su hijo.

Es importante organizarse para dedicar tiempo de calidad a los chicos. Algunos de esos momentos serán fijos, regulares a lo largo de la semana pero otros se pueden ir organizando según nuestras posibilidades. ¿Quién no se alegró en su infancia ese mediodía o tarde en que mamá o papá lo sorprendieron yéndolo a buscar a la salida del colegio?

Podemos pedirles que nos acompañen a hacer las compras cuando llegamos, que nos ayuden a cocinar o a ordenar la casa, que se sienten a hacer la tarea mientras nosotros terminamos algún trabajo a su lado,  o que nos sentemos a jugar  aunque sea un ratito con ellos.

Mientras estas actividades suceden, los diálogos que se dan fortalecen el vínculo entre padres e hijos, porque es durante esas pequeñas situaciones cotidianas cuando transmitimos valores, los chicos pueden expresarnos una duda o comentarnos alguna situación de sus vidas sociales que hasta ahora no habían manifestado.

¿Cómo lograr la calidad?

  • Instituir un momento del día como “el momento familiar”. Este puede suceder todas las mañanas al compartir el desayuno o durante el transcurso de la cena, ya que son las mejores oportunidades para hablar de “la agenda del día” de cada integrante y es donde se plantean las opiniones y experiencias de cada uno.
  • Mantener comunicación y contacto fluido a lo largo del día. Hoy la tecnología facilita las posibilidades para llamarlos o mandarles un mensaje de texto durante el horario de almuerzo o para saber si ya salieron de la escuela y llegaron a la casa. Los chicos deben saber que si nos necesitan pueden comunicarse con nosotros.
  • Compartir actividades durante el fin de semana. Si en la semana tenemos poco tiempo, dediquemos el fin de semana para compartir una actividad especial y única con ellos. Puede ser un deporte, un hobby, mirar películas juntos o ir cumpliendo un proyecto común que se pactará entre ambos como visitar cada fin de semana a un museo diferente o planificar diferentes salidas al aire libre. Cuando el niño vea que lo prometido se cumple, podrá esperar sin ansiedad.
  • Priorizar nuestra presencia al despertar y a la hora de dormir. El despertar o el beso de buenas noches de mamá y papá son irreemplazables, sobre todo en los primeros años de vida.
  • Establecer una rutina a la hora de dormir como leerles un cuento, cantarles canciones o contarle anécdotas de cuando éramos niños. También en estos momentos podremos satisfacer sus dudas, temores y deciles cuánto los queremos.

Cada familia establecerá su “ritual” y estos momentos especiales se almacenarán profundamente en la memoria emocional y el recuerdo de todos sus miembros.

Seguramente siempre haremos todo lo posible para estar con nuestros hijos todo el tiempo posible pero si este fuera menor a lo deseado, la clave está en transformar los momentos que pasemos con ellos en instantes de calidad y de regocijo.

La entrevista con los padres. Tema: la conducta.

entrevista con padres

Cuando tenemos que reunirnos con los padres de un alumno solemos poner muchas expectativas en la respuesta que recibiremos por parte de la familia, pero, ¿qué sucede cuando nos toca plantear dificultades en la conducta? Muchas veces nos causa una sensación de estrés. ¿Cómo prepararnos para abordar el tema sin “acusar” o  sentimos “en el banquillo de acusados”?

En el trabajo cotidiano en el aula y en otros espacios y momentos de la jornada escolar forma parte de la tarea docente observar los avances y retrocesos de cada uno de nuestros alumnos no solo en el desempeño académico sino también en lo que se refiere a sus actitudes y comportamientos.

Durante esta tarea constante, podemos detectar conductas que generan conflictos con sus pares o que requieren de un “llamado de atención” por nuestra parte.

El problema surge cuando percibimos que estas conductas se repiten cada vez más frecuentemente y, que a pesar de las reflexiones que pudimos hacer con el alumno, no logramos ver un cambio en las mismas. Entonces,  es el momento de conversar con sus padres para poder profundizar juntos en los motivos de estos comportamientos y poder intevenir para ayudar al alumno.

Esta charla servirá para consultar a sus padres acerca de las causas o disparadores que pueden estar llevando al niño a expresarse de esa forma: si está pasando por una situación emocional particular por temas personales o familiares, si esa actitud negativa que observamos es un rasgo de su personalidad, si el niño está pasando por un período de frustración o si hay algo que los docentes debemos saber en especial de ellos y los niños no se animan a contar.

Sabemos que las conductas están muy relacionadas con la expresión de nuestras emociones; por eso debemos conocer de qué manera responde este niño en su casa, en el club o en cualquier otra situación de convivencia familiar. Así podemos empezar a comprender si se trata de desobediencia o de algún tipo de frustración.

Cuando convocamos a la reunión debemos:

  • expresarle a la familia sobre qué nos interesa hablar,
  • tener en claro aquello que vamos a contarles y
  • qué buscamos lograr con este encuentro.

Es indispensable no volcar emociones con respecto a una conducta de nuestro alumno, ya que la familia no concurre a la escuela para ser “castigada por lo que hizo su hijo”, sino que se acerca para poder dialogar, exponer puntos de vista sobre el tema y realizar acuerdos con nosotros.

Es muy importante conocer cómo trabaja cada familia las pautas y los valores, ya que estos pueden no coincidir en todo con el ideario de la institución educativa.

Debemos ser precisos. Como docentes tenemos que llevar un  registro de las conductas que nos llamaron la atención, de las que generaron una reflexión con el alumno y de las acciones que llevamos a cabo ante las mismas.

Tenemos que trabajar en equipo. La unión con nuestro alumno y sus padres hará que el niño se sienta sumergido en mundos diferentes, pero con el mismo discurso, o sea que le será más fácil saber qué se espera de él ante determinadas situaciones.

Si logramos acordar algunas estrategias comunes para ayudar al niño a mejorar, seguramente notaremos un cambio.

Acudamos al diálogo. No olvidemos que los “castigos” arbitrarios no generan ninguna reflexión o modificación en el pensamiento de nuestro alumno. Conversemos con ellos y hagámoslos partícipes de los acuerdos que establecimos con su familia.

Seguramente no es nada fácil para los padres sentir que su hijo “no se comporta” como es esperado y también podemos encontrarnos con familias que no concuerdan con nuestro punto de vista. En todos los casos, seamos objetivos y no impongamos un juicio de valor personal sobre las conductas, ya que cada familia posee ideales diferentes de crianza y educación.

Es importante no olvidar que durante la reunión no debemos discutir o analizar problemas familiares, no podemos comparar situaciones vividas con maestros de años anteriores o con los hermanos de nuestro alumno.

Asumamos un compromiso y produzcamos acciones – soluciones. Mantengamos informada a la familia periódicamente.

Luego de esta instancia, y pasado ya un tiempo de nuestro trabajo en equipo, decidiremos si es necesario sumar a otro profesional para trabajar en conjunto con la familia y la escuela.

EL DIÁLOGO FAMILIAR FRENTE A LAS PREGUNTAS DIFÍCILES

papá hablando con hijo

Afrontar las preguntas “perturbadoras” de nuestros hijos  nos obliga a  dejar de lado tabúes y prejuicios. La relación que hemos tenido con nuestros padres, cómo ha sido nuestra crianza y nuestra escala de valores influirán en la respuesta que les  demos a los niños ante a algunas preguntas.

La comunicación familiar y la forma en que esta se ponga en práctica entre cada uno de los miembros de la familia sentarán las bases de la crianza y educación de nuestros hijos. Es que no solo funcionamos como “modelo” para ellos a través de nuestro accionar diario  pues también este se complementa con la respuesta que les demos frente a algunos interrogantes “incómodos” que nos planteen. A través de nuestras respuestas pondremos de manifiesto valores, creencias y, aunque nos cueste reconocerlo, también  prejuicios.

Existen ciertas inquietudes de los niños que nos resultan más embarazosas de tratar que otras y esto se relaciona con nuestra forma de pensar y con la orientación de nuestra crianza,  nuestras propias inseguridades, temores, las creencias culturales, el contexto social al que pertenecemos, etc.

Seguramente podríamos enumerar una serie de temas importantes para hablar en el ámbito familiar, pero las complicaciones empiezan cuando no sabemos cómo responder a determinadas preguntas incómodas o que no tengan una sola posible respuesta.

Lo más importante es recordar que para ellos muchas veces es más importante formular la pregunta que la contestación que les demos ya que seguramente no esperan una explicación “metafísica” sino una que satisfaga su curiosidad del momento y la inquietud típica de esa edad. Preguntas sobre la muerte o el sexo, por ejemplo, suelen angustiarnos a nosotros pero para ellos son muy naturales y esperan una respuesta del mismo tenor, y sobre todo sincera.

La confianza se construye día a día y, si sentamos las bases del diálogo en excusas, mentiras y ocultamientos, los niños no confiarán en nosotros y, ante una situación difícil para ellos no recurrirán a nuestro consejo u opinión en el futuro.

Siempre es mejor hablar con la verdad que esbozar una mentira que luego será más difícil de explicar. Es verdad que los padres no siempre podemos tener las respuestas para todas las preguntas, pero debemos desterrar algunos mitos que nos terminarán perjudicando en vez de ayudarnos. Debemos sincerarnos con ellos si creemos que no sabemos qué contestarles sobre un determinado tema en el momento en que nos pregunten; ante esta situación podemos contestarles que vamos a pensar en la inquietud que nos plantean y se las responderemos cuando creamos que tenemos algo claro y concreto para decirles.

Es saludable hablar sobre la historia familiar y las generaciones anteriores, expresar nuestro pensamiento sobre algunos secretos o momentos dolorosos, explicarles la postura que tomamos frente a temas como las drogas y el alcohol, mostrar flexibilidad ante algunos planteos, conversar  sobre la sexualidad, plantear las diferencias con otros miembros de la familia, aclarar qué esperamos para su futuro y qué pensamos sobre sus gustos y sueños a futuro.

La información que les brindemos como padres es irremplazable y si ellos se sienten cómodos preguntando y nosotros de la misma forma contestando más allá del tenor de la pregunta, evitaremos que busquen –secretamente- las respuestas en otros ámbitos.