El pasaje del jardín de infantes a la primaria es uno de los primeros acontecimientos trascendentes que experimenta un niño. Tanto el pequeño como sus padres vivirán este momento con incertidumbre y ansiedad ya que serán muchos los cambios: nuevo edificio, otros compañeros, más responsabilidades, horarios y consignas más estrictos, reglas para cumplir y mucho por aprender…
Algunos niños se adaptan rápidamente a la nueva escolaridad pero a otros les lleva más tiempo y en ocasiones pueden surgir peleas con sus nuevos compañeros, resistencia a cumplir consignas, terrores nocturnos, y en algunos casos más graves, enuresis y ataques de pánico. La rápida intervención de los maestros y el acompañamiento adecuado de padres y especialistas permitirán la evolución favorable de estos síntomas. Acompañar a nuestros hijos en esta transición es necesario para su mejor adaptación. También será fundamental mantener una comunicación fluida con los maestros.
En el caso de que el niño comience primer grado en un nuevo colegio, el planificar una visita a la nueva institución unas semanas o días antes del comienzo de clases será de gran ayuda para su adaptación.
En el jardín de infantes, las pautas son más flexibles y hay un acompañamiento personalizado por parte de la maestra, mientras que en la escuela primaria, el niño debe adaptarse a normas, horarios y consignas más estrictos. Los maestros de primer grado suelen utilizar las primeras semanas para ir familiarizando al niño con las nuevas rutinas como por ejemplo entrar al aula en orden, no interrumpir a un compañero mientras habla, ordenar los útiles en el banco o pupitre, entre otras. Se intentará que el cambio no sea brusco y será necesario que el maestro insista y repita las nuevas reglas para lograr que con el correr de los días estas se cumplan. Todo lo que hagan el maestro o maestra para suavizar esta transición será de gran ayuda.
Generalmente, una de las primeras actividades de integración está relacionada con la formulación de un reglamento interno -a la medida de pautas de convivencia -, que producirán los niños conjuntamente con la maestra sobre la base de lo que se puede y no se puede hacer en el aula y en espacios comunes.
No cualquier docente puede desempeñarse como maestro de los años iniciales; es necesario que combine firmeza con afecto, rigidez con tolerancia, cariño con determinación.
Algunos testimonios de docentes que se desempeñaron durante mucho tiempo como maestras/os iniciales opinan que no es necesario que el cambio sea abrupto y que se pueden continuar con algunas de las rutinas del jardín:
“Como docente inicial y de primaria, tuve la maravillosa oportunidad de estar a cargo varios años de primer grado. Durante ese tiempo me encantó trabajar la transición y la adaptación entre una etapa y otra. Los chicos me preguntaban: ´¿Por qué las señoritas en la primaria dejan de cantar o por qué ya no juegan con nosotros en el patio, por qué ya no compartimos la merienda, por qué no hacemos la ronda para contar lo que hicimos durante el fin de semana?’. Por eso, disfruté al continuar realizando con mis alumnos el trencito para trasladarnos del patio al aula, de cantar antes de comenzar una actividad, de tomar mate mientras contaban sus aventuras en familia, de hacerles cosquillas mientras tenían un ratito de descanso y de dar un tiempo libre a pura música y baile al llegar el viernes. Considero que los chicos pueden disfrutar de su crecimiento y su educación sin perder la oportunidad de cantar, jugar, compartir, conversar y divertirse. Esta es la mejor receta para que tengan un excelente vínculo con el aprendizaje y así puedan aprender lo que deseen”.