Viandas saludables

Para alcanzar un buen rendimiento escolar debemos procurar que nuestros hijos se alimenten convenientemente y repongan sus energías con suficientes horas de sueño.

Una alimentación rica en proteínas, carbohidratos, fibras y lácteos es la base de una buena nutrición. Sin embargo muchas veces se nos hace difícil variar el menú de las viandas escolares y perdemos de vista que, además de nutritivas, deben resultar tentadoras para quienes las consumirán. Ir modificando la presentación, los tamaños de los bocados, los colores de las verduras, incluir condimentos suaves que proporcionen  tentadores aromas  y combinar los alimentos en forma original nos permitirá ir variando el menú de las viandas diarias.

Es decir, sin perder de vista que debemos adecuar las preparaciones a los productos estacionales que ofrece el mercado, a la hora de preparar  las viandas de cada día tenemos que pensar en balancear tres aspectos: el valor nutricional de los alimentos que utilizaremos, la practicidad tanto en la preparación como en el momento de su consumo y por último, el sabor. Este último aspecto es fundamental ya que no tiene sentido prepararles a nuestros chicos comidas que sabemos que no son de su agrado ya que seguramente no las consumirán y, como consecuencia, pasarán la jornada escolar con el estómago vacío, o lo que es peor, consumiendo golosinas del kiosco.

Si el colegio cuenta con microondas para calentar el almuerzo, debemos enviarlas en recipientes aptos para este fin. Muchas veces es la consistencia de las preparaciones la que resulta poco tentadora por eso es preferible cocinar alimentos antes que comidas. O sea, no conviene incluir en las viandas guisos o salsas que corren el riesgo de escurrirse por los recipientes. Además este tipo de preparaciones pueden tener un sabor poco agradable si no están suficientemente calientes.

El tamaño de las porciones también debe ser adecuado: no le resultará atractivo a un niño abrir el recipiente y encontrar solo una milanesa cortada en trozos. Propongamos incluir al menos dos alimentos o preparaciones (por ejemplo buñuelos de verdura y trocitos de pollo; milanesa de pescado y papitas al horno, ñoquis de sémola y flores de brócoli, etc.). Obviamente la elección de las comidas depende también  en gran medida del tiempo de preparación del que dispongan las mamás o papás y de lo que haya en la alacena y heladera la noche previa a su preparación.

Es muy importante que el niño consuma al menos dos frutas o raciones de fruta diariamente. Incluir una banana no demasiado madura, una manzana pequeña o un recipiente con uvas lavadas y sin semillas son opciones convenientes no solo como postre  sino también para ser consumidas en los recreos en lugar de las tradicionales golosinas.

Las golosinas y los snacks en el recreo de la mañana atentan contra el apetito a la hora del almuerzo. Lejos de demonizar o prohibir la ingesta de estos productos, podemos incluir, algunas veces a la semana, barritas de cereal, alfajores de maicena, turrones de maní o una porción de bizcochuelo.

Para cubrir la cuota de alimentos lácteos podemos agregar un cartón pequeño de leche chocolatada , un yogur con frutas o con cereales, o una porción de queso y dulce.

En cuanto a los líquidos, preferentemente deberíamos enviarle agua o alguna bebida saborizada o jugo de frutas para que se hidrate adecuadamente. Siempre se debe verificar el sistema de cierre de estos envases.

Por último, recordemos que la cocción adecuada de los alimentos es necesaria para purificarlos de bacterias y que el frío los conserva adecuadamente, por eso es conveniente enfriar enseguida al finalizar la cocción y sacarlos a último momento de la heladera para colocarlos en recipientes plásticos herméticos y estos a su vez en una viandera o lunch. Las frutas y verduras deben ser cuidadosamente lavadas.

Es conveniente una organización semanal y, si es posible, una mensual de las viandas. Si bien dicha organización requiere un esfuerzo previo, el mismo nos ahorrará mucha energía y tiempo en comparación con la decisión de qué cocinar cada día a último momento. Por ejemplo, los lunes carne vacuna, martes pollo, miércoles pescado, jueves pasta y viernes libre. De esta manera se organizan mejor las compras, se puede cocinar con anticipación y los chicos comen variado.

La doctora Liliana Trifone, jefa de Nutrición del Hospital de Niños Ricardo Gutiérrez sugiere varios alimentos:

Todo tipo de tartas: de verduras (calabaza, choclo, zapallitos), de ricota, de queso, y otras.

Empanadas con diferentes rellenos.

Sandwich con fiambre, carne, pollo, pescado, verduras, y con distintos tipos de panes.

Tortillas en variedad (de papas, verduras, pescados) y, en su reemplazo, bocadillos.

Milanesas de carne vacuna, pollo y pescado, siempre acompañadas por ensaladas variadas.

Cereales, arroz o fideos, mezclados con arvejas, zanahoria, huevo duro, tomate, trocitos de queso u otros ingredientes.

Pan o galletitas para acompañar determinados menúes.

Como postre, dar prioridad a las frutas naturales o en preparaciones (ensalada de frutas, gelatinas con frutas); postres lácteos caseros o yogur con frutas o cereales; una porción de bizcochuelo o torta; un alfajor u otra golosina que le gusta al chico, pero no habitualmente.

Bebida: agua, o jugos naturales, o algún jugo light.