“Los chicos no leen, prefieren la tele, la computadora o los videojuegos”, podría ser el resultado de una encuesta realizada a padres de niños de una escuela primaria. No hay que demonizar el uso de las nuevas tecnologías, ellas serán las herramientas del mundo con el cual se tendrán que enfrentar. Pero para lograr un crecimiento armónico, la lectura propone como ningún otro recurso, la capacidad de estimular nuestra imaginación; o sea, que leer no sea solo una consigna escolar…
En una casa donde no hay hábitos lectores, es poco probable que los chicos los desarrollen; o sea, si queremos que los ellos lean, debemos darles el ejemplo. Hagamos una autocrítica: ¿tenemos en casa un espacio importante destinado a biblioteca?, ¿les leemos cuentos o les contamos historias antes de dormir a los más pequeños?, ¿tenemos nosotros libros en nuestra mesita de luz y el hábito de leer algunas páginas antes de apagar la luz?, ¿solemos visitar las librerías y hurgar entre los estantes cuando salimos de paseo con los chicos?, ¿ en casa la televisión permanece encendida gran parte del día o solo la prendemos cuando queremos ver una programa en particular?, ¿compramos el diario a menudo?
Algunas de estas respuestas nos tendrán que llevar a cambiar conductas si queremos que los niños lean más. La lectura es necesaria para comunicarnos. Nos rodean carteles, instrucciones, folletos, avisos clasificados, noticias, cotidianamente. Además es un elemento poderoso para estimular la imaginación y permitirnos la fantasía de otros mundos posibles.
Según la edad de los niños, podemos empezar por pedirles que nos lean carteles en la calle, anuncios pegados en los vidrios de los negocios, folletos que nos entregan en la vía pública. Otra interesante práctica para los que ya se animan a leer más de corrido es pedirles que nos lean en voz alta noticias del diario mientras nosotros hacemos tareas domésticas como planchar o preparar la comida. También podemos dejarles escritas notitas “personalizadas” cuando nos vamos del trabajo y ellos aún duermen. Si compramos un juego de mesa nuevo, serán ellos los que tengan que leer las instrucciones.
Para jugar a escribir pueden empezar ellos, escribiendo en nuestra espalda con los dedos la palabra que ellos quieran y nosotros tendremos que adivinarla siguiendo pistas; cuando lo hagamos será nuestro turno tendremos entonces que escribir una palabra en su espalda ¡Que no sea muy difícil! y será su turno para adivinarla.
Ahora bien, si queremos propiciar la lectura silenciosa, especialmente de textos literarios, una buena opción es ir graduando la relación entre imagen y letra de los libros. Los cómics e historietas son una excelente opción para el pasaje de textos con predominio de imagen al texto puro. Muchos clásicos han sido adaptados en los últimos años al formato de historieta. De hecho, varias librerías tienen una sección destinada a ese formato.
A esta altura los niños ya estarán en condiciones de leer cuentos u otros relatos más extensos como breves novelas. Es útil crear un clima particularmente silencioso y un espacio cómodo –rincón con grandes almohadones, sillón o incluso la cama-. El niño no debe sentirlo como una obligación sino que debemos darle el pie para que se vaya sumergiendo en esa historia magnífica que querremos, luego, que nos cuente y así poder comentarla juntos.