Las teorías de enseñanza-aprendizaje que abordamos en la escuela se adaptan a diferentes modelos educativos, pero a pesar de los continuos debates de los educadores, el aprendizaje memorístico persiste como una de las formas utilizadas para estudiar. ¿Sirve o no estudiar de memoria?
Las teorías pedagógicas de los últimos años proponen estimular en los alumnos la capacidad de aprender y entender un contenido estableciendo relaciones entre lo nuevo y sus conocimientos previos ya que de esa forma se hará significativo el aprendizaje. Sin embargo, por más que en el aula se “construyan” determinadas nociones, cuando llega la hora de estudiar para algún examen muchos niños caen en el estudio memorístico, repitiendo una y otra vez frases a las que no les otorgan un sentido, sino que simplemente acumulan en su memoria de corto plazo para la resolución de dicha evaluación, y que luego olvidan.
Ante la pregunta de cómo conviene estudiar, algunos educadores aconsejan leer el temario que se quiere aprender en forma completa, luego anotar todo aquello que se recuerda del mismo, volver a leer cada uno de los subtemas y hacer un resumen, descansar para que el cerebro procese esa información, hacer un repaso diario y acumulativo, y usar la memoria solo para aquellos datos que resultan difíciles de razonar.
Pero también están los docentes que avalan el aprendizaje memorístico ya que consideran que memoria y aprendizaje van de la mano sugiriendo que una vez que un dato ingresa al cerebro, la memoria pasa de ser “una página en blanco” a ser “llenada”con ese dato y utilizarlo. El trabajo de repetición puede ser en un primer momento no razonado, pero una vez que los datos están “guardados” en la memoria, se puede buscar la relación entre los temas, analizar diferentes aspectos en los mismos y aplicarlos en diversas situaciones produciéndose después la comprensión, o sea, que la construcción de ese aprendizaje se da en el camino inverso a la teoría constructivista.
El debate crece día a día y genera fuertes adeptos y detractores del aprendizaje memorístico, sin embargo, los pedagogos podemos combinar ambas teorías proponiéndoles a nuestros alumnos qué es conveniente hacer según la situación. Uno de los ejemplos más conocidos es el de la enseñanza de las tablas de multiplicar. En general, los docentes aconsejan memorizarlas en algún momento aunque ese proceso se dé por medio de la tradicional repetición o se alcance luego de haber entendido el procedimiento interpretándolas con la ayuda de la tabla pitagórica. La memorización, en este caso, permite no sobrecargar cognitivamente la mente al momento, por ejemplo, de la resolución de un problema matemático que necesita de varias operaciones simultáneas.
En esos casos lo aprendido memorísticamente sirve para sistematizar y ocupar menos espacio en la memoria de corto plazo.¿De qué otra forma podría aprender un violinista a tocar nuevas melodías si no es repitiendo acordes que tiene internalizados, en un primer momento, de memoria. Lo mismo sucede con las reglas de ortografía que son determinaciones convencionales de cada lengua.
Más allá del nombre de las teorías, lo cierto es que nadie mejor que el docente para saber que el aprendizaje se logra poniendo en juego técnicas, procedimientos y estrategias didácticas que activen todos los mecanismos cognitivos que requiera el aprendizaje de ese contenido. Ejercicios de comprensión, razonamiento e interpretación deben integrarse con otros más mecánicos como los de memorización y repetición. La clave está en ayudar a nuestros alumnos a que identifiquen las formas propias de adquirir conocimiento.