En todo el mundo las clases se suspendieron antes de decretarse la cuarentena obligatoria. El cambio repentino en el método de enseñanza afectó a los chicos de manera particular.
Si bien las decisiones tomadas tienen como fin preservar la salud de todos, lo que implica un esfuerzo por reacomodar nuestros hábitos, no hay que olvidar lo que esta situación representa para los chicos. Tanto es así que las medidas adoptadas en otros países todavía persisten, y pese a que la cuarentena obligatoria fue decretada a principios del mes de marzo, en el caso de Italia -por ejemplo- las escuelas permanecen aún cerradas desde febrero.
Desde entonces, toda la comunidad educativa ha tenido que adaptarse de manera repentina a una nueva forma de enseñar -pero sobre todo de aprender- en un contexto social extremadamente difícil. Por eso, poniendo el foco en el esfuerzo de los alumnos y su fuerza de voluntad, Laura Mior, una maestra italiana, en diálogo con Ledesma, compartió su experiencia y las razones que la llevaron a escribir un mensaje de agradecimiento y motivación a sus alumnos.
Laura tiene 46 años y desde el 2008 trabaja como docente titular en la enseñanza pública italiana. Actualmente da clases en la escuela secundaria Leonardo da Vinci, un Instituto Integral de la localidad de Cordenons en la provincia de Pordenone, ubicada en la región del Friuli-Venecia Julia, al norte de Italia. Allí enseña Literatura, Italiano, Historia y Geografía en primer y tercer año a dos cursos de 20 y 24 estudiantes cada uno.
“La reflexión que escribí nació de querer correr de lugar los principales temas de debate de este momento, como son la didáctica, las evaluaciones, la familia, los maestros. Mi intención era redirigir la atención y poner el foco en los niños. Ellos son, de hecho, quienes han tenido que cambiar su perspectiva, cambiar sus hábitos, cambiar radicalmente su forma de interactuar con sus compañeros, con el mundo de los adultos, y debo decir que han demostrado una gran capacidad de adaptación”, dijo Laura.
“Creo que todas las reflexiones que nosotros como adultos, como educadores podemos hacer, deben tener en cuenta el esfuerzo que los niños están haciendo hoy, que es un esfuerzo por adaptarse y también por manejar sus propias emociones. Porque seguramente esta situación que se generó ha despertado su miedo, pero también la frustración por las relaciones sociales que eran muy fuertes, muy importantes, y que hoy están alteradas”, agregó la maestra.
En el mensaje que Laura compartió con sus alumnos por Facebook en las vísperas del domingo de Pascua, remarcó la satisfacción de verlos reunidos en cada clase virtual, trabajando juntos, y destacó la capacidad de los chicos de adaptarse rápidamente a la nueva metodología de enseñanza que esta situación impuso.
“Hoy, durante nuestra clase de Historia, sentí un profundo orgullo al verlos a todos presentes, incluso a la distancia, y en diálogo entre ustedes, lejos, cada uno en su propia casa, pero muy cercanos. No puedo dejar de reconocer que en muy poco tiempo han adquirido una nueva forma de hacer escuela y han podido superar la distancia física para continuar razonando juntos, alimentando nuestro conocimiento”, redactó la maestra.
Cada palabra que Laura volcó en su carta transmite fuerza, motivación y esperanza. Hizo hincapié en la importancia de no dejarse vencer por los obstáculos que toda situación inesperada conlleva, y agradeció además a las familias por el apoyo y el esfuerzo compartido.
“La emergencia epidemiológica no les impedirá seguir creciendo y continuar aprendiendo. Conserven sus metas altas, abran los ojos a un horizonte cambiante pero de ustedes. Deseo que disfruten de una calma que, aunque impuesta, puede ocultar un placer inesperado y abrirse a nuevos escenarios de interés y curiosidad”, resaltó la docente.
Laura lleva un largo recorrido de formación, capacitación y ejercicio de la profesión en el que la educación, y todas las variables que giran en torno a la complejidad de ese proceso, siempre han ocupado un lugar central. “De hecho me gradué en Pedagogía en la Universidad de Trieste y luego realicé un curso de aprendizaje de Psicopatología en la Universidad de Padua”, contó.
“Por lo tanto, siempre he trabajado el camino de la capacitación de la persona, tratando de alimentar su crecimiento personal a través de la enseñanza de las disciplinas de estudio, pero también a través de un atento análisis y el cuidado de la dinámica de las relaciones”, explicó Laura.
Cuando le preguntamos qué es lo que más disfruta de su profesión, la docente reconoció que es difícil de resumir en pocas líneas. Sin embargo destacó: “Siempre ha sido esencial para mí considerar las características individuales del alumno que, teniendo habilidades, emociones y actitudes específicas, se convierte en la variable fundamental del proceso de enseñanza-aprendizaje”.
La maestra concluyó: “No puedo ocultar cuán fuerte es en mí la convicción de que sólo a través de la valoración del individuo y a través del desarrollo de un proceso de formación integral, que no solo tiene que ver con el conocimiento y el rendimiento, sino también con la maduración de sí mismo y el crecimiento de los valores, se puede mejorar como sociedad”.
Por Mercedes Tombesi